Algo sobre el Berrinche

El berrinche es considerado como parte fundamental del desarrollo de los niños, con una edad promedio de aparición entre 1 y 3 años de edad aproximadamente, también conocido por algunos como “rabieta”, responde a un desajuste afectivo que provoca una inestabilidad emocional, dado que el individuo de presentar una aparente calma en sus procesos experienciales, guardando ciertas expectativas en la experiencia vivida, al vivir un desajuste inesperado en los acontecimientos, se desencadenan emociones desagradables que provocan sentimientos de frustración; ante ésta última, el sujeto ve esfumarse sus anhelos, sintiendo así miedo, inseguridad y enojo ante la impotencia e incapacidad de tomar el control de la situación, viviendo reacciones emocionales exacerbadas tales como posturas defensivas de ataque, hipertonía muscular, acciones agresivo-violentas hacia sí mismo y/o su entorno, etc.

El berrinche siempre ocurre en un contexto social, nunca en solitario, pues es un intento del sujeto de retomar el control perdido en dicho grupo y de incluirse en él; por medio del berrinche se busca la manipulación directa de alguien más en el entorno hacia quien se dirigen las rabietas, debido a una fuerte necesidad social de estar vinculado con el otro, de sentirse protegido e incluido en dicho núcleo, y para los adultos de afianzar su lugar dentro del grupo social y fortalecer (o promover) el sentido de identidad y pertenencia.

Una vez que el berrinche amaina, es común la aparición de emociones y sentimientos de tristeza y arrepentimiento, acompañadas en ocasiones por el llanto y, cuando el berrinche fue de alta intensidad, el sollozo; haciéndose aún más fuerte la necesidad de protección e inclusión en el vínculo social.

Así pues, considerando que el berrinche es la consecuencia de una inestabilidad en el estado emocional sobre la que el individuo ha perdido el control por completo, y se expresa con reacciones emocionales exacerbadas, la experiencia emocional vivida tanto por el sujeto que lo desarrolla como por los que le circundan requiere de límites claros manifestados en un patrón de comportamiento funcional para la eliminación del mismo, mas… ¿cuál es ese patrón? Considerando lo anteriormente expuesto, el individuo se siente impotente ante la pérdida de control, es por eso que busca manipular por medio de las rabietas, aunado a una inmensa necesidad de vínculo protección e inclusión; bien, para un buen manejo del berrinche, lejos de castigar la “acción berrinchuda”, es necesario ignorarla, SI, ignorar dicha acción no significa descalificar a la persona, sino por el contrario, tomar en cuenta su presencia e ignorar el acto manipulador, así pues, una vez que éste termine, se le brindará al individuo la protección y aceptación como parte del circulo social fortaleciendo el vínculo.

Se hace importante mencionar que a pesar de ser considerado parte del desarrollo emocional del niño, no todos los niños hacen berrinches, y que la experiencia de pérdida de control, frustración e impotencia, con el posterior arrepentimiento, es una experiencia que no solo el niño entre 1 y 3 años vive, sino todo ser humano, incluso en la adultez. Entonces ¿El adulto también hace berrinches? Por supuesto que sí. Es solo que en éste, ya no forman parte del descubrimiento de su ser emocional, sino de un actuar emocional pleno en el cuál podremos identificar a los individuos cuyos patrones de comportamiento generalizados, pueden iniciar por el sentimiento, posiblemente suelan ser más impulsivos, entregados a la intensidad de sus emociones, y en la mayoría de estos casos nos encontraremos frente a frente con individuos emocionales, creativos, impulsivos…


Mtra. Adriana Martínez Ramos
Psicóloga y Psicoterapeuta Gestalt

1 comentario:

  1. creo que nunca se ha hablado de el berrinche en los adultos, como yo, soy una berrinchuda y a veces lo he notado y me apena y no se como manejarlo, fui y soy muy consentida por mis padres y creoq ue me ha afectado, epro no se como manejarlo :(

    ResponderEliminar